Por Gervis Medina

¡Juan Guaidó! Ofreció abrir una línea de diálogo con el gobierno genocida de Nicolás. Algo a lo que, hasta ahora siempre había negado en público. Para él, supone un nivel de encrucijada conceptual. Dice Guaidó, ¡Venezuela necesita un acuerdo de “salvación nacional”! Acuerdo éste que debe darse con las fuerzas democráticas representadas por el gobierno interino, la Asamblea Nacional, la plataforma unitaria, los actores que conforman y sostienen al régimen y la comunidad internacional.
Además, dijo que de prosperar la iniciativa pediría que se levanten las sanciones económicas que él mismo promovió, y como si fuera poco se mostró dispuesto a renunciar a su cargo por la salvación de Venezuela. ¿Renunciar a qué exactamente?
¡Como casi todo en política, este anuncio tiene mucho más que ver, con presiones que no surgen de entre sus enemigos sino de sus propios aliados!
Desde el momento en el cual Guaidó, ofreció impulsar un “acuerdo de salvación nacional” que incluya al gobierno de Maduro, inicia con un tono conciliador, aunque no sea un “amor de cosas bellas” precisamente. Guaidó exige al usurpador de Miraflores que cumpla sus condiciones porque, de no hacerlo seguirán lloviendo sanciones y acusaciones de narcotráfico y crímenes de lesa humanidad. Lo que da a entender que cree más en dichas acusaciones como herramienta de presión, que en las acusaciones en sí mismas.
¡Eres un narcogenocida! ¡Pero si negocias ya no lo eres! ¿Qué vaina es esa? Si el tipo es un criminal a la luz de la justicia, lo es y punto. Como es que va a negociar un crimen cometido de conocimiento público, el cual no prescribe y no puede negociarse. ¡Ah! no olvidemos la sentencia que le dictó el TSJ en el exilio con una condena de más de 15 años.
El hecho innegable es que, llama públicamente a un diálogo y negociación. Una estrategia completamente inédita, puesto que, hasta ahora su discurso siempre fue que no se puede negociar, porque su régimen es traicionero y solo dialoga para ganar tiempo.
A pesar de ese discurso público, en estos ya dos años y algo más, se han producido contactos y acuerdos entre ambos con discreción y en secreto, esta es la primera vez que Guaidó no solo los admite, sino que los promociona como si fueran cosa suya. ¿A qué se debe semejante giro?
Sin duda alguna el origen de todo esto, aunque en los medios pasó desapercibido, hay que buscarlo en la composición de una nueva directiva del CNE. Una de las exigencias de la oposición venezolana. Tras un proceso de unos tres meses, se eligieron nuevos rectores. Tras los cambios, tres de ellos son de tendencia oficialista y dos de tendencia opositora.
Por supuesto, el desarrollo de la elección de estos rectores no estuvo exenta de críticas, pero lo destacable es que un segmento importante de la oposición participó y avaló el mismo.
Lo más significativo de esto es ¿quiénes saltaran al terreno electoral? Pues aquí está el meollo del asunto. En Venezuela hay, dos corrientes de oposición: una encabezada por lo que queda de Guaidó y otra oposición sin liderazgo, claro que dice que sí se puede ir a procesos electorales y además ganarlos en mayoría.
Ese sector opositor llamado electorero, suele ser criticado por el otro sector opositor negociador ahora como ingenuos, alacranes o cómplices. Pero, ambos son iguales de opositores. Unos opositores al régimen y otros opositores a la oposición.
Cuando Guaidó se autoproclamó presidente eterno en enero del 2019, el sector electorero de la oposición estaba casi extinto. Pero con el paso del tiempo y cada nuevo fracaso en la estrategia del “fracasado”, las opciones de volver a buscar el voto si se cumplían determinadas condiciones fueron ganando terreno progresivamente. ¡Más ahora que se acercan las elecciones más jugosas y porosas en el país!
Aunque muchos lo callen y otros apenas lo insinúen, el malestar entre los liderazgos locales de la oposición es creciente. Y su cada vez menos disimulada búsqueda de sumarse a la vía electoral que ofrece el invasor de Miraflores lo demuestra.
La oposición venezolana ya no representa un problema para la comunidad internacional, ha sido olvidada, salvo Colombia y los EEUU, la prensa internacional no le hace centimetraje. Lo que toca es hacer política dentro de Venezuela bajo el peso de las mismas sanciones promovidas por Guaidó y sus compañeros de juego digital, que promueven desde el exterior.
Supuestos compañeros de lucha que, por cierto, disfrutan de un exilio dorado y muy querido, financiado mediante los abundantes activos internacionales congelados, como también las donaciones y transferencias de dinero por ayuda humanitaria. Mientras piden más y más sanciones y juegan en la nube digital de la política con algún cargo de este juego.
Para colmo, con razón o no, el activismo opositor local siente que las elecciones de final de año, tienen todo a favor para hacerse con un gran número de gobernaciones y alcaldías, ahora debe elegir entre participar en un proceso electoral con un CNE renovado y en el que se sienten con muchos chances de ganar importantes espacios o desconocerlo y dejar que lo gane lo que queda del “chavismo” como ocurrió en las pasadas elecciones regionales o en las elecciones de la Asamblea Nacional.
O seguir esperando que el ungido logre el cese de la usurpación que viene prometiendo desde hace ya mas de dos años, o una nueva consulta nacional a través de la nube digital y proclamarse gobernadores y alcaldes legítimos sin ningún poder real.
Por eso, con Guaidó políticamente moribundo y un Gobierno de Biden que no tiene ganas de aplicarle mas fuerza a la cosa, comienzan a surgir voces críticas dentro de la oposición que buscan otra vía distinta al mantra de las sanciones y más sanciones.
Lo que ocurre es que, muchos electores dudan en participar porque no quieren darle motivos de alegría al dictador, ni mucho menos ser acusados de cómplices por hacerlo. Porque ciertamente el presidente venezolano busca relegitimarse internacionalmente con procesos electorales, cuanto más amplios y participativos mejor. Pero no es menos cierto que, estos años de aislamiento y sanciones han demostrado que puede sobrevivir perfectamente si la oposición participa poco o nada en ellos. Si la oposición se presenta de forma amplia en las elecciones regionales de este año, las autoridades de Maduro se ven relegitimadas internacionalmente; pero la oposición podría ganar varias gobernaciones que hoy controla el régimen y despertar a sus votantes tras años de estrategia de abstención castigo.
Entonces la batalla del juego digital, en estos meses previos a las regionales no será entre “Gobierno y oposición”, sino entre las corrientes internas de la oposición. Y lo que salga de esa lucha probablemente trace la ruta opositora a seguir hacia las siguientes elecciones en 2024
Si en unos meses la oposición opta mayoritariamente por el desconocimiento que ha seguido desde el 2017, todo seguirá como hasta ahora. ¡Maduro usurpando en Miraflores y Guaidó jugando en la nube digital!
Y a quienes les moleste que lo diga así de crudo, les digo prueben en reflexionar por un instante cuál es el mejor de esos escenarios, o si prefieren el menos malo.
Gervis Medina
Abogado-Criminólogo-Escritor
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