Por Andrés Velásquez/ Caraota Digital.

 

El primero de mayo se conmemora prácticamente en todo el mundo el Día Internacional de los Trabajadores, pero en Venezuela hoy no hay nada que celebrar, por el contrario aquí tendríamos que asumir este día como una conmemoración vergonzosa: el día de la esclavitud, porque en el país no solo el trabajo como tal ya no vale nada, -porque el salario no existe- sino porque en cuanto a reivindicaciones, derechos y conquistas laborales hemos retrocedido, sin dudas incluso a condiciones más primitivas e inaceptables que en la propia época de la esclavitud.

En otras ocasiones en este mismo espacio de opinión, me he referido a las condiciones inhumanas a las que están sometidos todos los trabajadores en Venezuela, salarios de hambre (0,60 centavos de dólar mensuales aproximadamente al momento de escribir estas líneas) no tienen contrataciones colectivas vigentes (y si las tienen, no se cumplen) no hay seguridad social, pólizas de salud, tablas salariales (estas fueron aniquiladas por el régimen), en fin en Venezuela hoy, ningún trabajador público ni privado puede vivir dignamente de su trabajo.

No puede cubrir la canasta mínima de alimentos, ni servicios, por lo que está sometido a políticas de hambre, empobrecimiento y controles deformadores y deliberados, que los convierten en esclavos, porque la contraprestación lógica por su fuerza de trabajo no alcanza ni para comer un día en Venezuela, mucho menos para acceder a servicios de salud, educación, sostener una familia, etc. Pretendiendo además sustituir los salarios por migajas, limosnas, bolsas de comida que ni siquiera llegan a todos y para rematar, bonificando los salarios para debilitarlo aún más, quedando totalmente pulverizado y sin poder adquisitivo real y mucho menos justo.

Todos estos derechos están establecidos claramente en nuestra constitución y fueron abolidos por esta dictadura que se ha ensañado de tal manera con los trabajadores venezolanos que al día de hoy hay una deserción masiva y una diáspora brutal de trabajadores que deciden incluso huir a pie de un régimen que literalmente los está matando de hambre, antes que seguir siendo esclavos sin derecho siquiera a la alimentación mínima.

Ni hablar de las contrataciones colectivas, los derechos laborales, las reivindicaciones, que no son un regalo o concesión del régimen, son conquistas logradas por las luchas de los trabajadores y reconocidas universalmente, al punto que la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) a finales de marzo de este año (incluso en plena pandemia) le exigió al régimen que cumpla con los acuerdos vigentes que protegen y garantizan los derechos de los trabajadores venezolanos, porque ya tienen también a nivel internacional todas las denuncias y pruebas que colocan a la dictadura en materia laboral como un violador de los derechos fundamentales de los trabajadores, lo que ha encendido las alarmas con respecto a la extrema urgencia de restablecer estos derechos, que además incluye la libertad de asociación, democracia sindical, etc, como instancias de contraloría de los derechos de los trabajadores, para que estos se cumplan.

Para finalizar, siendo yo un trabajador, viniendo de allí, del trabajo, del esfuerzo, siendo un convencido de que la apuesta máxima del país debe ser la recuperación del valor del trabajo y la educación como dupla insustituible para levantar y reconstruir a Venezuela sobre bases sólidas que apunten al ascenso individual y colectivo a partir de esos valores, debo decir con absoluta determinación que si hay un 1ero de mayo en el que debemos protestar, salir, levantar nuestra voz para reclamar nuestros derechos es este, los trabajadores juntos, sin distinción, porque lo indiscutible hoy, para vergüenza de todos es que el 1ero de mayo en Venezuela es ahora, el día de la esclavitud, y a eso debemos darle un parao, es nuestro derecho: el 1ero de mayo con fuerza y determinación salgamos a decir: ¡Basta!

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