POR: Luis Velázquez Alvaray.
Un grupo de delincuentes reclutados de las cárceles, donde cumplían penas por feroces crímenes, organizados por la cúpula Castrochavista, fueron repartidos por todo el país, dividido en zonas que llaman “estratégicas”, más las brigadas que denominan de “solidaridad internacional”, a la orden del cartel de Sao Paulo, para desestabilizar las democracias. En Colombia para apoyar a Petro, en Perú, donde el candidato extremista, le pidió a Maduro que recogiera sus bandas. Seguramente ya han cumplido su papel. Chile y en cualquier parte donde se necesiten, se disfrazan de refugiados, con recursos suficientes para la sedición y el desmontaje institucional.
En la semana que concluye el escenario fue la cota 905 en caracas, alrededor de grandes barriadas abandonadas y que ahora ven como redentoras las bandas – similares a las maras-, que se han apropiado del territorio y las vidas de sus habitantes.
Lo primero a señalar es: no solo existe este coquí del cementerio y zonas aledañas. Son muchos y el jefe ordena desde los usurpados despachos del palacio de Miraflores, convertido hoy en el centro del terrorismo mundial. Cuando asesinó en vivo y en directo a Oscar Pérez, lo hizo desde allí, enviando más de 4000 efectivos para masacrar siete personas, que habían manifestado su rendición. El sub Coquí de Miraflores, El otro Jorge Rodríguez, que siempre ha vivido del hampa y del secuestro, cuál herencia perversa, se vanagloriaba de la hazaña que libraba. 4000 delincuentes armados, contra un luchador democrático brillante y 6 acompañantes.
El coquí recibió la bendición de su padrino José Vicente Rangel vale, otro de la misma estirpe, que ha vivido siempre de la ilegalidad, como la mayoría que rodea al coquí miraflorino.
Las policías venezolanas, al igual que las fuerzas armadas, han sido sustituidas por estas bandas y los efectivos valientes que se atreven a enfrentarlos, son superados por el poder de fuego, entregado a estos pranes para atemorizar, asaltar y asesinar a quien decida la nomenclatura desde el histórico palacio.
Las unidades policiales que llegaron al sitio fueron recibidas con fusiles, granadas y en general armamento de fabricación rusa, China e iraní, que apoyan el conflicto para centrar la atención, mientras salen cargados con nuestras riquezas por la rampla 4 de Maiquetía y las miles de pistas clandestinas que han construido en el país.
Estos gamberros actúan en todos los ámbitos; con el apoyo de un falso tribunal supremo, encargado de blanquear las apropiaciones indebidas. El coquí Cabello, se roba “El Nacional”, con decisiones generada por un organismo inconstitucional. En casi todos los tribunales del país, están los enanos, que son los asaltantes del sistema judicial. Padrino y el cartel de los soles son los coquis de la fuerza armada, utilizada como carne de cañón en la frontera, en enfrentamientos entre los carteles de la droga, para abrirle camino a la cocaína, que manejan con los aliados de las guerrillas. Informa el Periodista Gustavo Azocar, que el 24 de abril, en el sector fronterizo “la capilla”, las FARC-EP, asesino 4 militares venezolanos. Bernal, el coquí del Táchira, mantiene amenazada la población y agrede cruelmente a quien considera su enemigo.
Las Faes son asesinos uniformados. Han tomado el arco minero con delincuentes de todo el mundo. A decir verdad, el problema no es el de la 905. El embolado está en Miraflores, con un coquí asesino serial, apropiándose de todas las riquezas y apoyado por los países ya mencionados: Rusia, China, Irán y la chulería cubana disfrazada ahora de Díaz Canel, con el mismo Castro disparando por detrás
Ya numerosas investigaciones nacionales e internacionales coinciden en señalar:
– Venezuela es un Estado fallido, cumpliéndose todas las características, descritas por la investigadora Pétrick González Pérez, en la revista “Ius Doctrina”, donde se explica cómo los grupos armados, han creado “una jurisdicción del mal”. Son bandas de choque engendradas inicialmente por Chávez, convertidas en una gran potencia para masacrar al pueblo venezolano.
– Controlan el contrabando de gasolina, alimentos, minerales y drogas. También el mercado negro de la vacunas contra el COVID.
– El territorio venezolano lo han desintegrado. La organización fragmentaria parte desde el centro del poder y se bifurca a todo el territorio, incluido los municipios, que ahora convertirán en las comunas, al mando de los maleantes locales.
– Maduro solo confía en ellos, por eso los cuerpos policiales y las fuerzas armadas han sido desmanteladas. Aproximadamente 2000 generales son los jefes de los negocios y el enriquecimiento ilícito.
– Vista por encima esta situación es evidente que el Estado venezolano colapso y ha evolucionado hacia un estado forajido.
– Los organismos internacionales miran para los lados conociendo la situación de Venezuela. A las burocracias establecidas no les importa que esa bomba reviente América latina, sino se decide urgentemente un mecanismo para desalojar la delincuencia organizada, enquistada en el Estado Venezolano.
¿Finalmente, creerán todavía los grandes diplomáticos, que se puede negociar con el coquí miraflorino?