El Departamento de Estado norteamericano le colocó precio a la captura de tres hombres ampliamente conocidos en el mundo policial, aunque no para los ciudadanos comunes.
Por Sebastiana Barráez/infobae
El Departamento de Estado norteamericano le colocó precio a la cabeza de tres venezolanos, que parecen piezas de bajo nivel, si las comparamos con Nicolás Maduro y Tareck El Aissami, por ejemplo, por quienes ha ofrecido 15 y 10 millones de dólares respectivamente. Ahora hay tres figuras que poco le dicen al venezolano común, pero son ampliamente conocidos en el mundo policial, principalmente Pedro Luis Martín Olivares, por quien ofrece 10 millones de dólares, Por Rodolfo McTurk-Mora y Jesús Alfredo Itriago el precio baja a la mitad: USD 5 millones.
En el caso de Martín Olivares en realidad nunca fue jefe de ninguno de los organismos de Inteligencia. En la entonces Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), que luego derivó en el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) el director de la DISIP era el mayor general (Ej) Miguel Eduardo Rodríguez Torres, preso desde el año 2018, cuando el Gobierno de Nicolás Maduro lo acusó de Traición a la Patria e Instigación a la Rebelión. Martín Olivares fue su subalterno como Jefe de Inteligencia Financiera y la relación entre ambos hombres fue conflictiva y de enemistad.
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Siempre anda con chapas policiales, carné de identificación de algún cuerpo de seguridad y se mueve hábilmente en los organismos de Inteligencia. Ahora el Departamento de Estado ofrece, por información que lleve a su captura, 10 millones de dólares, igual precio tiene las cabezas de los poderosos hombres de poder Tareck El Aissami y Diosdado Cabello Rondón.
Reveló que el ex jefe de inteligencia financiera estaba encargado de parte importante de la seguridad del presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello Rondón, del mal llamado protector del Táchira, el policía Freddy Bernal, y de otros personajes de la Revolución Bolivariana.
De qué lo acusa EEUU
La otra persona con la que el Departamento de Estado relaciona a Martín Olivares es con Roberto Méndez Hurtado alias Pluma Blanca, narcotraficante colombiano, a quien la Registraduría colombiana lo tenía reseñado como muerto, pero la policía de ese país había determinado que no solo estaba vivo, sino que usaba nueva identidad con cédula venezolana.
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En un reportaje de la Unidad Investigativa del periódico El Tiempo, en marzo de 2020, se explica que Roberto Méndez Hurtado, alias Pluma Blanca, “fue capturado en Ecuador, deportado a Colombia y extraditado a Estados Unidos. Su abogado, el cubano-americano Joaquín Pérez, lo presentó ante la jueza Marcia Cooke, ante quien se declaró culpable y se convirtió en uno de los más importantes testigos contra el ‘cartel de los soles’. Contó cómo se movía la droga desde el estado de Apure en avionetas. De hecho, gracias a su información, se hizo una entrega controlada de 330 kilos en una aeronave que piloteó el colombiano Sebastián Sánchez”.
La jugada del TSJ
En el comunicado de Pompeo se señala que Pedro Luis Martín tiene actualmente una Notificación Roja de Interpol. Recordemos que el 26 de agosto de 2015 el ex jefe de inteligencia financiera se presentó a la oficina de Interpol en Caracas, pidiendo que se constatara si había alerta roja en su contra. Le respondieron que, desde el 18 de julio de 2015, tenía la Alerta Roja Nr. A-5814/7–2015 y que además tenía una causa penal en tribunales federales del estado de Florida.
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Ante la negativa de las autoridades norteamericanas de enviar lo solicitado, Maikel Moreno presenta una nueva ponencia, el 21 de enero de 2016, que llevó al máximo tribunal del país a ordenar el cese de la medida de coerción personal contra Martín Olivares y ordenara que fuera excluido de los registros de personas solicitadas y de cualquier otra que implicara la extradición.
Martín Olivares es un hombre muy habilidoso, con muchos recursos y redes de inteligencia que le han permitido moverse como hombre estratégico entre los organismos de Inteligencia policial. Esta vez los EEUU desata contra él una peligrosa estrategia, cuya recompensa es de 10 millones de dólares.