Todos los días al amanecer decenas de operarios chinos y de otras nacionalidades asiáticas llegan en autobús a las instalaciones de la refinería de Puerto La Cruz, en el venezolano estado Anzoátegui.

Su constante presencia en esta enorme instalación, en cuya ampliación el gobierno venezolano confía para relanzar su maltrecha industria petrolera, es un ejemplo del peso de la alianza con China en el sector más estratégico de la economía de Venezuela.

Cuando en septiembre de 2018 el presidente venezolano, Nicolás Maduro, viajó a China, aseguró que las relaciones de su país con la superpotencia asiática eran «sólidas y robustas.

China ha sido un aliado vital para el gobierno venezolano; junto a Rusia, su principal valedor internacional y uno de los apoyos de Maduro, al que Estados Unidos, la Unión Europea y la mayoría de países de América Latina consideran un gobernante ilegítimo, lo que les llevó a apoyar al líder opositor, Juan Guaidó, como «presidente encargado».

En el complejo de Puerto La Cruz, los enormes paneles con las banderas de ambos países le recuerdan a la población la importancia que para la Venezuela de la crisis tienen las inversiones chinas.

Pero en los últimos tiempos, han surgido dudas en torno a la continuidad de esas inversiones.

Bajo la amenaza de las sanciones

Las recientes sanciones impuestas por Estados Unidos contra el gobierno de Maduro se erigen como el obstáculo para que a la colaboración entre China y Venezuela se mantenga.

En su estrategia de presionar cada vez más a Maduro para forzar su salida del poder, el gobierno de Donald Trump ha impuesto

Trump.

, entre otras, medidas que implican potenciales consecuencias negativas para quienes hagan tratos con PDVSA.

«A las empresas chinas les está afectando porque tienen que pagarles a sus proveedores en dólares y ahora los bancos internacionales ponen muchas trabas para tramitar cualquier transferencia que tenga su origen en el negocio petrolero venezolano», indica un técnico de una multinacional petrolera que pide hablar desde el anonimato.

Varias informaciones publicadas recientemente indicaron que la petrolera estatal china había cancelado el envío previsto para el mes de agosto de 5 millones de barriles de crudo venezolano, lo que se ha interpretado como un intento de esquivar las sanciones. La compañía no comentó la noticia.

De confirmarse, supondría un severo revés para una economía dependiente de las exportaciones de crudo y que ahora pasa por una crisis considerada como una de las peores de la historia.

¿Cómo empezó todo?

Al margen de la afinidad ideológica aparente entre ambos países y su rivalidad con Estados Unidos, la estratégica relación entre Caracas y Pekín ha tenido durante años en el petróleo venezolano el combustible que la ha mantenido bien engrasada.

Fue el fallecido presidente Hugo Chávez, fundador y héroe de la llamada «revolución bolivariana» que gobierna Venezuela desde 1999, el que reorientó la política exterior de Venezuela hacia el eje formado por China y Rusia.

Maduro y Xi Jinping

Chávez quiso hacer de Venezuela una potencia regional y alejarla de la influencia de Estados Unidos. Para este propósito resultaban claves tanto la alianza con China como la explotación de los recursos petroleros del país, con los que el militar, convertido ya en presidente, contaba para financiar los generosos programas asistenciales que, según la mayoría de observadores, fueron una de las claves de su popularidad y sus repetidos triunfos electorales.

Para China supuso una oportunidad de avanzar en su estrategia de inversiones en países en vías de desarrollo y, así, colocó grandes cantidades de capital en las empresas mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), la fórmula establecida por el gobierno para canalizar la participación extranjera en la industria petrolera de Venezuela.

«El modelo de colaboración fue el mismo que se aplicó con compañías rusas y de otras nacionalidades, y consistía en pagar en crudo por la prestación de servicios», señala Antonio de la Cruz, analista especializado en el sector petrolero del centro de análisis Inter-American Trends (Tendencias Interamericanas, en español).

Convencido de contar con una de las mayores reservas probadas de crudo del mundo, Chávez abrió las puertas de par en par a las compañías energéticas chinas, que, junto a la rusa Rosneft, fueron las que, según expertos del sector, alcanzaron mayor presencia en el nuevo escenario venezolano, hasta entonces dominado por compañías estadounidenses y europeas.

«Chávez decidió que entregarles la explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco era una manera de pagar de antemano por los préstamos chinos», añade De la Cruz.

Es en esta zona situada en las cercanías del río Orinoco donde se concentra el grueso de las reservas de crudo pesado y extrapesado de Venezuela.

El peso de la Faja Petrolífera del Orinoco

Ahí se ha centrado la mayor parte de la actividad china, sobre todo a través de Sinovensa, una empresa mixta constituida junto a PDVSA por la Corporación Nacional del Petróleo de China (CNPC), la energética estatal.

Según fuentes conocedoras del sector, CNPC ha aportado los medios técnicos y humanos para convertir el pesado crudo venezolano en el denominado crudo Merey, mucho más ligero, que es el que consumen mayoritariamente los dinámicos mercados asiáticos.

Refinería

A eso se dedican el personal y la maquinaria de la refinería de Puerto La Cruz.

Aunque hay otras empresas mixtas con participación china, como Petrozumano, Sinovensa es clave para PDVSA, más en estos momentos de dificultad, cuando, de acuerdo con los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la producción de crudo de Venezuela se ha desplomado hasta un mínimo histórico de 734.000 barriles diarios.

Esa cifra está muy lejos de los casi dos millones diarios de 2017, una drástica reducción en la que se refleja la magnitud de la crisis económica que sufre el país sudamericano, ya que el petróleo supone en torno al 96% de las divisas que entran en el país.

Los problemas de la petrolera estatal venezolana han llevado a una escasez generalizada de gasolina en gran parte de un país extremadamente rico en crudo y en muchos lugares hay que esperar largas colas o recurrir al mercado negro para conseguirla.

Maracaibo.

Maracaibo es una de las ciudades más afectadas por la escasez de gasolina.

Sinovensa explota el llamado bloque Carabobo, una de las mayores zonas de extracción de la Faja.

En un comunicado emitido el pasado julio, PDVSA aseguró que Sinovensa prevé aumentar próximamente su producción de los 105.000 barriles actuales a 165.000, aunque no todo el mundo está convencido de que vaya a lograr el objetivo.

«Se requiere una inversión muy fuerte y no creo que China esté dispuesta a poner el dinero necesario con la situación de inestabilidad política que hay ahora en Venezuela», afirma De La Cruz.

El técnico de una compañía energética internacional que pidió declarar desde el anonimato dijo a BBC Mundo que la caída de la producción y el creciente endeudamiento de PDVSA con sus socios chinos ha llevado a una situación en la que las compañías asiáticas, también las de capital privado, obtienen condiciones inimaginables antes de la crisis.

«A Kerui Petroleum le entregaron el campo Dación, en el estado Anzoátegui, un regalo, porque es un campo que resultará muy fácil volver a hacer productivo».

Dación era un campo que explotaba la italiana ENI, hasta que el gobierno de Chávez decretó su expropiación.

«Cuando lo tenía ENI estaba produciendo 60.000 barriles diarios, pero ahora, debido a la falta de inversión y a que no se sustituyeron las bombas electrosumergibles con las que opera cuando se dañaron, no produce más que 1.500».

La embajada de China en Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios de BBC Mundo. Tampoco lo hizo el Ministerio de Comunicación venezolano.

También Corea

Fue también con capital y personal chino, así como de empresas de Corea del Sur, con los que se puso en marcha en 2017 el denominado proyecto de Conversión Profunda en la refinería de Puerto La Cruz, que iba a ser ampliada y renovada para que sirviera para procesar y aligerar el crudo procedente de la Faja Petrolífera del Orinoco.

Trabajadores de la refinería le dijeron a BBC Mundo que años después de iniciadas las obras, se está lejos de los objetivos y que la parte china ha incurrido en muchos incumplimientos con PDVSA.

Camión de PDVSA.

«La deuda de PDVSA con sus socios chinos es cada vez mayor y los cargamentos que se envían, cada vez menores», indica el técnico, que no quiere dar su nombre.

Sin embargo, la agencia Bloomberg informó recientemente de que Wison Engineering, una firma con base en Shangái, había sido contratada por el Estado venezolano para llevar a cabo trabajos de reparación en sus refinerías.

Wison Engineering es una compañía especializada en ingeniería química y construcción que está inmersa en un proceso de expansión internacional y que se ha beneficiado del programa de infraestructuras conocido como «la Nueva Ruta de la Seda» impulsado por Pekín.

Pero la presencia de Wison Engineering en Venezuela no es una novedad. De hecho, lleva años trabajando en la ampliación de la refinería de Puerto La Cruz, la misma en la que, según varias fuentes consultadas, no se han cumplido los plazos y condiciones de ejecución.

«Ese es un viejo proyecto que no va a arrancar si las empresas chinas, que son tan capitalistas como las estadounidenses, no tienen asegurado el pago», dicen fuentes conocedoras de la situación.

La empresa china no respondió a la petición de comentarios de BBC Mundo.

Otros afectados

De la Cruz, sin embargo, cree que «a quien de verdad afectan las sanciones es a las compañías occidentales, que operan sobre todo a través del sistema financiero estadounidense».

«Para los rusos y los chinos hay riesgos, pero los pueden asumir».

Otras fuentes indican que las compañías rusas y chinas están intentando, sin demasiado éxito, que sus proveedores les acepten pagos en rublos y yuanes.

Chevron

El gigante Chevron y otras seis firmas estadounidenses obtuvieron del Departamento del Tesoro una exención especial en el marco de las sanciones y podrán mantener su actividad hasta el próximo octubre.

Puede que después tengan que marcharse.

Las compañías chinas se habrán librado entonces de varios competidores en el mercado venezolano.

Lo que muchos se preguntan, visto el ritmo de la caída de la producción de Venezuela y la situación económica del país, es qué quedará de ese mercado.

Guillermo D. Olmo (@BBCgolmo)

Corresponsal de BBC News Mundo en Venezuela

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