Por Pedro Mena

Impedir que se desbloqueen las pasiones viles, criminales, salvajes, genocidas y de la barbarie humana, deben ser los objetivos primarios para evitar la destrucción definitiva del país

 

Hace pocos días el presidente Donald Trump, siempre solidario con nuestra causa común, informó que está estudiando con sus asesores de seguridad nacional la real posibilidad de colocar un bloqueo o cuarentena a la dictadura del usurpador Maduro en Venezuela, medida prevista entre varias opciones que están en la mesa. Por supuesto, en lo personal las apoyó con vehemencia y furor, al conocer detalles de su aprobación final.

Nuestro gran dilema se debate entre lograr un acuerdo político mediante la negociación con el régimen en Barbados, a través del diálogo implementado por el gobierno de Noruega, Oslo, que permita la salida de Maduro a los fines de lograr un gobierno de transición y realizar elecciones libres y democráticas. Todo ello sujeto a la aprobación de la comunidad internacional que nos presta su apoyo solidario…

La testarudez y el peso de los intereses del narcotráfico, de la geopolítica rusa-cubana-china-iraní y del terrorismo internacional, con el apalancamiento de la corrupción y de sus grandes negociados, ha sido un factor importante que ha impedido avanzar en la renuncia de Maduro, como condición primaria del presidente Guaidó para adelantar la transición y el proceso de cambio, lo que ha mantenido el “juego trancado” entre ambos sectores. Las esperanzas son mínimas.

El anuncio del presidente Trump es un paso más firme y decidido para cerrar el anillo de las presiones económicas y políticas contra la dictadura castro comunista y obligarla a un entendimiento político, antes de aplicar las opciones y modalidades de la acción militar.

Este “bloqueo” debe ser más ampliado por la acción y aporte de los venezolanos dentro y fuera del país, contribuyendo a frenar la corrupción integral, el odio y el espíritu revanchista y vengador entre hermanos, a paralizar la impunidad sobre la justicia y las violaciones flagrantes de los DDHH caracterizados por las detenciones arbitrarias, con “siembra de pruebas”, crueles torturas y viles asesinatos contra inocentes opositores y a detener la deshumanización de la vida de los venezolanos, asediados por el hambre, la miseria, la inseguridad ciudadana y la falta de atención médica adecuada y efectiva.

Todas estas manifestaciones de injusticias deben ser bloqueadas y eliminadas de la realidad actual del país para dar paso a la construcción de una nueva Venezuela pluralista y democrática.

El presidente Guaidó y su equipo de diputados de la AN merecen nuestra confianza y respeto, con las garantías y el apoyo solidario de la comunidad internacional, en especial de USA, de la ONU, OEA, Grupo de Lima, grupo de contacto de Europa, y de todas las organizaciones políticas, civiles y sociales del mundo libre, que han venido desarrollando una estrategia correcta, a pesar de las críticas de sectores ultra radicales minoritarios, colocando al régimen a un “paso del abismo”. Apelando al viejo refrán criollo: ¡o corres o te encaramas!

Un elemento importante es derrotar las posturas políticas desesperadas y adelantadas que pueden confundir y contribuir a la desmoralización general de nuestros compatriotas.

No se puede jugar a crear falsas expectativas, estimulando la sensación u ilusión óptica, que determinados instrumentos aprobados por la AN son definitorios en la solución final de nuestra tragedia.

Todos son un aporte importante al conjunto de la estrategia diseñada, pero cada uno de ellos tiene sus propias vías de desarrollo y concreción en el tiempo estipulado. No hay garantía de una solución salomónica de un día para otro. En política como en ciencia no hay milagros.

Debemos entender que tenemos la única, real y preciosa oportunidad de acorralar a la feroz dictadura y desalojarla del poder. No es una tarea fácil, pero tampoco imposible de alcanzar, más aún cuando contamos con un impresionante apoyo solidario internacional, destacando la presencia de Estados Unidos, Canadá, Francia y Alemania, y en especial las últimas alianzas militares de USA con Brasil, Colombia, a nivel de la OTAN.

Sí podemos salir de la dictadura “madurista-castrista”, las condiciones cada día mejoran más a nuestro favor con sentido práctico, y el panorama para nuestros enemigos políticos es cada día peor.

Algunos aducen que le estamos dando más “oxígeno al régimen”. No entiendo esta frase. Ello sería verdad si el gobierno castro comunista tuviese en sus manos todas las herramientas necesarias para resolver los graves y profundos problemas sociales, económicos y políticos que sufre el abnegado pueblo de Venezuela.

Los problemas se resuelven con dólares en grandes cantidades para importar alimentos, insumos y equipos médicos, a los fines de atender las urgentes necesidades del pueblo. Se solventan aplicando políticas sociales y humanitarias de pacificación nacional, liberando a todos los presos políticos. Se solucionan garantizando seguridad y paz al ciudadano, desmantelando y desarmando a los grupos paramilitares.

Se arreglan respetando el estado de derecho y la libre autonomía de las instituciones, entre ellas la AN, garantizando al ciudadano libertad de expresión y de libre protesta, sin represiones violentas. Una economía débil y anquilosada en un modelo fracasado cuyos salarios son destrozados por la vorágine de la mega inflación.

Todos estos elementos demuestran la profunda escasez de recursos económicos, políticos y financieros que tiene el régimen de Maduro para atender y resolver problemas estructurales de nuestra economía.

Pregunto: ¿Cuál “oxígeno” les estamos dando? Quienes lo pierden cada segundo y minuto son los venezolanos, cuyas vidas están atadas a la incapacidad y negligencia de un régimen de narcos delincuentes perversos.

Seamos los primeros en actuar ejemplarmente. Impedir que se desbloqueen las pasiones viles, criminales, salvajes, genocidas y de la barbarie humana, deben ser los objetivos primarios para evitar la destrucción definitiva del país.

¡Sr. presidente, manos a las obras!

 

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