Es cierto que Maduro ha jugado a la política con el general en Jefe y ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López. Ha jugado a la política con el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, TSJ, Maikel Moreno. Hace lo que hizo Hugo Chávez luego del 11 de abril de 2002 cuando salió del poder. Ensalzó la figura del general que había dicho al país que había renunciado, Lucas Rincón Romero.

Allá sigue, en la embajada de Portugal, guardando secretos: intocable. Ensalzó Chávez a los magistrados, aunque más tarde los insultó y los cambió. Y así planea Maduro. Mostrándose con Padrino López, hablando bien del general y al mismo tiempo exigiendo pruebas de lealtad; y exigiéndole al TSJ que también, que también los magistrados ofrezcan pruebas de lealtad, como el allanamiento de la inmunidad parlamentaria a los diputados objeto de persecución. Y Padrino responde. Y los magistrados responden. Pero se siguen viendo. Con recelo. En el Consejo de Ministros hay preguntas sin respuestas. A quién quito, dirá Maduro. Por quién lo sustituyo. ¿Este estaba o no estaba?

No ha terminado, y es tan así que no ha terminado, que Maduro, filtran fuentes del Palacio de Miraflores, piensa y se encamina hacia allá, a crear otro organismo paralelo de inteligencia, o darle mayor formalidad a la asesoría cubana en materia de inteligencia, que es al fin y al cabo la que hace este trabajo -como quedó demostrado- mientras que el Sebin y el DGCIM, también el FAES, se encargan, quedaron, para el trabajo sucio de la persecución, la tortura, el aniquilamiento.

 

 

Por: Juan Carlos Zapata | ALnavío

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