Nelson Márquez llegó a Caracas desde Mérida hace seis años para estudiar Educación, gracias a una beca que obtuvo en la Universidad Católica Andrés Bello. Comenzó a ejercer la profesión cuando aún no se había graduado: “Iba de voluntario a dar clases de matemáticas en algunos barrios de Caracas. Luego me contrataron en el Mater Salvatoris, un colegio privado”.
Por María Andreína Pernalete / El Nacional
A pesar de que el sueldo que devengaba era cuatro veces más alto que el de los docentes de la administración pública, la situación económica y el miedo por la inseguridad y la violencia creciente obligaron a Márquez, de 24 años de edad, a sumarse a las filas de venezolanos que han emigrado del país. Desde hace un año se encuentra en Perú. “No ejerzo mi carrera. Trabajo en algo completamente nuevo para mí: un emprendimiento de alimentos orgánicos”, dice.
Cifras de la Asociación Nacional de Instituciones Educativas Privadas indican que 30% de los profesores que laboraban en colegios han emigrado, y que hacen falta al menos 130.000 educadores para cubrir las ausencias en la nómina.
Luis Bravo Jáuregui, coordinador de la ONG Memoria Educativa e investigador de la Universidad Central de Venezuela, opina que la situación económica supone un desafío mayor para los colegios privados porque dependen de una matrícula y de los aportes de los representantes: “Ya sabemos que la inflación pasó a ser hiperinflación, y en educación, que es una actividad costosa, habrá una baja. Nunca se han cerrado escuelas públicas, pero sí privadas. A ellas también debemos prestarles atención”.
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