En la primera reunión del gobierno con los industriales y productores para el llamado plan 50 Rubros este miércoles, el Vicepresidente para el Area Economica Tareck El Aissami no entró en detalles de cómo van a calcular los precios en medio de la peor hiperinflación de la historia de America Latina, pero lo que si dijo en medio de toda clase de amenazas es que el Estado piensa quedarse con el 70% de la producción de los 50 rubros.
Los socialistas planean una confiscación permanente de la producción de 50 rubros alimenticios. Y eso es un pésimo plan.
El caso venezolano es un ejemplo de libro de texto de la involución que trae socialismo. Mientras que los soviéticos y los maoístas tenían planes intrincados de cinco años, Venezuela tenía esencialmente un gran plan: utilizar las ganancias de las compañías petroleras estatales para financiar un estado de bienestar, y usar la influencia obtenida para fortalecer el apoyo a Hugo Chávez y su partido político hasta que obtuvieron el poder suficiente para controlar los activos de Venezuela y su gente alrededor como peones en un tablero de ajedrez.
Lo cierto es que las personas no son piezas de ajedrez. Y Chávez y Maduro y su combo resultaron ser jugadores de ajedrez bastante mediocres. Redujeron la economía del país y las empresas que controlan directamente a escombros. Pdvsa, Sidor, Venalum, la cementeras, las haciendas, las torrefactoras, Cantv, las plantas de harina de maíz, y un largo etcétera son escombros.
Pero los venezolanos no somos tontos, y notaron que esto no funcionaba como la propaganda oficialista decía. Cuando los críticos comenzaron a decirlo, sus periódicos, radios y televisoras fueron cerradas; cuando protestaron individualmente, fueron encarcelados o asesinados; cuando protestaron en masa, fueron masacrados.
Cuando la planificación central falla, y siempre falla, el resultado en socialismo nunca ha sido la concertación política, sino el redoblar de esfuerzos para imponer el plan mediante una aplicación cada vez más brutal de la fuerza.
En la antigua Unión Soviética, en Corea del Norte existió el hambre impuesta políticamente. La mayor parte de los 100 millones de seres humanos asesinados por regímenes socialistas en el siglo XX murió de hambre: en las ciudades, en el campo y en los gulags. Solo El Holodomor mató entre 7 millones y 12 millones de personas. La hambruna de Mao causó la muerte de entre 20 y 43 millones, y muchas de esas muertes ocurrieron en lugares donde la producción de alimentos se mantuvo o se acercó a las tasas normales. La apropiación de la producción económica para fines políticos siempre es parte del plan.
Y ahora en Venezuela ensayan con la confiscación de la producción de alimentos y sus cadenas de comercialización, incluso el control de los mercados municipales. Acompañados de la hiperinflación causada por la impresión del BCV de bolívares sin respaldo alcanzó el 27.000% en Mayo.
Desde principios de año, los productores rurales del país vienen alertando la caída de la producción, por falta de insumos como semillas, vacunas, fertilizantes, repuestos para maquinaria. Alertan que la producción de ganado, aves, verduras y cereales vienen en picada.
Nadie sabe aún cuántas muertes más causará el socialismo chavista a Venezuela. Pero es un hecho que los niños se mueren de hambre en lo que fue, no hace mucho tiempo, el país más rico de Suramérica y hoy tiene el 92% (y en aumento) de la población en condición de pobreza.
Los niños desnutridos se multiplican en Venezuela. Y la desnutrición es la causante de una desigualdad permanente.
VÍA LA PATILLA.