Actualmente, el día de mayor productividad un médico internista en una clínica del centro de Barquisimeto atiende a cinco pacientes. Hay jornadas, incluso, cuando el consultorio permanece vacío. Tres meses atrás, la realidad era otra. Atendía entre ocho y 10 pacientes diarios. Este descenso no solo se ha hecho notable en la medicina interna sino en múltiples especialidades.
En un consultorio de medicina cardiovascular ubicado al este de la ciudad manejan un margen similar de caída. Lo regular hace tres meses era que el cardiólogo atendiera a 15 personas cotidianamente y ahora la asistencia máxima es de cinco. La cantidad de consultas incluso ha bajado cuando el pago lo hacen por medio de empresas aseguradoras.
El panorama no es distinto en las instituciones de atención gratuita, tal como lo visibilizó el doctor Marcial Amaro, cardiólogo en actual ejercicio tanto en el sector público como privado: “Es peor en la parte pública, porque la gente no tiene para comprar las medicinas y ahora tampoco tienen para los pasajes o para el desayuno”. Para quienes viajan a la capital larense desde municipios foráneos el gasto es mayor. Por eso, las personas actualmente acuden al médico solo a estrictas emergencias, deduce el cardiólogo.
El especialista atribuye este registro al alto costo de la vida y la hiperinflación, pues al ciudadano le preocupa más buscar cómo alimentarse: “Cuando la necesidad aprieta la gente trata de suplir sus necesidades más básicas”.
Desplazar la salud de las prioridades trae como consecuencia inmediata las complicaciones de las enfermedades, suben los índices de Accidentes Cerebrovasculares, infartos y las hospitalizaciones son más frecuentes, afirma Amaro.
Los costos
De acuerdo al sondeo hecho por EL IMPULSO, el precio promedio de una consulta es de 70 y 100 mil bolívares. En cuanto a los estudios, los de cardiología varían entre 150 y 200 mil bolívares, por ejemplo.
Conscientes de la economía actual, hay profesionales que tratan de ajustarse a la realidad del paciente, dijo un médico que pidió la reserva de su nombre: “El médico se exime de prescribir ciertas medicinas porque ya sabemos los nuevos costos, incluso, se exime de ordenar exámenes diagnósticos importantes, porque el paciente no se los va a hacer”.
Cubrir el gasto de una enfermedad, en tanto, es tarea cuesta arriba, como lo reconoció la paciente Yesenia Goyo: “La salud es prioritaria, pero no tenemos las posibilidades de que nuestra salud no caiga en peor decadencia. Las posibilidades son nulas, porque no hay dinero, hay médicos todavía muy buenos, pero lamentablemente no existen posibilidades ni para las personas que tenemos un trabajo estable de acceder a una salud digna”.
Vía: El Impulso