Esa posibilidad fue subrayada este martes por el cardenal brasileño Odilo Scherer en una entrevista con la radio CBN. “No me sorprendería que el nuevo papa viniera de un continente distinto a Europa o América. La Iglesia Católica está en todo el mundo”, opinó. Scherer, arzobispo de San Pablo, recordó que la elección de Jorge Mario Bergoglio en 2013 también tomó por sorpresa a todos. “Y fue una hermosa sorpresa”, añadió.
La elección de Bergoglio es, quizás, el ejemplo más claro de cómo los pronósticos pueden fallar estrepitosamente. En los días previos al cónclave de 2013, su nombre no figuraba entre los favoritos en los medios ni entre los vaticanistas más avezados. Su perfil discreto, alejado de las intrigas curiales, y su posición como arzobispo de Buenos Aires lo mantenían fuera del radar. Ni siquiera su edad —76 años en ese momento— lo ayudaba a ser considerado un candidato viable.
Paradójicamente, uno de los grandes favoritos en ese cónclave era el propio Scherer. Su nombre encabezaba muchas de las quinielas por su influencia en la Iglesia latinoamericana y su cercanía con sectores importantes de la curia romana.
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