La vida le cambió a Alfredo Miranda. Él tiene 35 años siendo vecino de la urbanización La Esmeralda del municipio San Diego, en Carabobo, y desde hace cuatro meses ha tomado medidas dramáticas ante una crisis para la que no hay respuestas. En su casa se bañan solo dos veces a la semana con medio tobo de agua, para poder ahorrar lo que logra cargar a cuestas caminando más de ocho cuadras.
A diario se va con botellones a una toma de un pozo profundo ubicado en una escuela cercana. Ahí hace cola bajo sol como la mayoría de las más de 500 familias que no cuentan con el servicio desde el mes de diciembre. No ha sido fácil. “Hay niños con sarna porque no se asean como debe ser, la higiene en las casas no es la misma, y ni para cocinar tenemos agua suficiente”.
Él tiene 64 años y este Sábado Santo hubiese preferido ir a la iglesia como tradicionalmente lo hace. Pero no. Optó por hacer visible lo que está viviendo en una protesta de vecinos en plena avenida Don Julio Centeno. “Estamos aquí parados, manifestando y orando para que nos envíen el agua, por favor, es un pedimento al Sagrado Corazón de Jesús”.
Esta crisis ha hecho que cada quien busque la manera de sobrevivir a ella. Ana Cristina Pérez no se siente orgullosa de tener la posibilidad de ir a un río en su camioneta y llenar de agua un tobo. Es una situación que nunca pensó que le tocaría vivir. “Yo vengo de un barrio y jamás pasé por esto hasta ahora”, expresó molesta, con ganas de gritarle al mundo y a los responsables del suministro del servicio en Carabobo que no quieren seguir siendo engañados por anuncios que hacen a través de las redes sociales y que no se cumplen.
Ella revisa a diario la cuenta en Twitter de Hidrocentro. “Ahí solo nos mienten, dicen que va a comenzar el bombeo de agua y no lo hacen”. Y no se limita a leer las publicaciones en las que no cree, también les escribe. “Ellos ya deben saber quién soy porque todos los días les exijo respuestas y soluciones”.
Lucila Uribe no tiene la posibilidad de buscar agua en vehículo. Ella lo hace caminando. “Monto en una carrucha dos botellones de agua y hago cinco viajes. Cada vez que hago eso quedo en cama a punta de analgésicos”, expresó la señora que en un mes cumple 66 años.
El problema del agua en San Diego es grave. Desde Hidrocentro manifestaron a los vecinos que unas máquinas de bombeo estaban dañadas y desde la alcaldía, la única en el estado que no está alineada al gobierno de Maduro, se gestionó la compra de esos equipos que ya están en manos de la estatal, y aún la falla persiste.
Fuente: Caraota Digital.