El alcalde de Denver, el demócrata Mike Johnston, ha señalado que no le importa si va a la cárcel por oponerse a las deportaciones masivas que ha prometido el republicano Donald Trump, que asume un segundo mandato en enero próximo.

Unos comentarios al respecto que después tuvo que matizar han generado polémica entre los republicanos, que han señalado que un gobernante local no puede oponerse a las políticas migratorias que son del ámbito federal porque sería «insurrección».

Por EFE

Tom Homan, futuro «zar de la frontera» de Trump, afirmó que interferir con un agente federal es un delito federal y se mostró dispuesto a encarcelar a Johnston si es el caso.

El alcalde ha mostrado su oposición al uso de tropas estadounidenses para temas migratorios.

Sin embargo, ha matizado que «si alguien es un criminal violento que comete delitos graves como asesinato o violación en Denver, esa persona debe ser procesada con todo el peso de la ley y debe ser deportada».

El alcalde dijo que «no tiene miedo» de ser encarcelado por su postura contra una acción «ilegal, inmoral y no estadounidense».

Johnston cuenta con el apoyo de grupos humanitarios como Hope Has No Borders (Esperanza sin Fronteras).

«La gente de Denver y aquellos específicamente en mi comunidad, madres, vecinos y recién llegados por igual, no queremos vivir en un mundo donde el Ejército estadounidense esté desplegado en nuestras ciudades para tocar puertas y llevarse a las personas de su elección. Eso no es Estados Unidos y ese no es el mundo en el que vivimos», se lamentó Andrea Ryall, directora ejecutiva de la organización.

Autoridades locales en Estados Unidos se preparan para defender a los migrantes del nuevo mandato del expresidente Trump (2017-2021)

En Los Ángeles, el Concejo votó la semana pasada por unanimidad a favor de prohibir el uso directo o indirecto de recursos y personal local en actividades federales de inmigración.

Además, los gobernadores de California, Arizona y Nuevo México, tres de los cuatro estados fronterizos con México, indicaron que no participarán en deportaciones masivas.

En Denver, Ryall aseveró que «la retórica (antiinmigrante) es realmente terrible».

«Los resultados de las elecciones han generado incertidumbre y profunda preocupación sobre las políticas de la administración entrante, que ha propugnado abiertamente la xenofobia y la división», dijo a EFE Margaret Thompson, presidente de la junta directiva del Centro de Bienvenida de las Montañas Rocosas, en Aurora, al este de Denver.

La dirigente declaró que se mantendrán «firmes en nuestra misión de apoyar a las familias de inmigrantes y refugiados y fomentar una comunidad arraigada en la equidad, la inclusión y la comprensión».

Esa organización ha decidido «adaptar y ampliar» sus servicios para que «cada recién llegado se sienta apoyado y valorado» porque «todos merecen la oportunidad de prosperar» y de «estar preparados para enfrentar los desafíos de 2025.»

En otras ciudades como Nueva York, las autoridades confían en el plan de Trump.

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, anunció tras las elecciones la cancelación las tarjetas prepagas del programa de ayuda a inmigrantes -con un valor superior a los 18.000 dólares anuales-, y el cierre de 12 albergues para inmigrantes debido a su «optimismo» sobre las políticas migratorias Trump.

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