En la década de los 60, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llegó a certificar a Venezuela como el primer país del mundo en eliminar la malaria en un territorio mayor a 400 mil kilómetros. Unos 60 años después, en pleno siglo XXI, las estadísticas reflejan el desbordamiento de la enfermedad.

 

Reseña la web de la Voz de América (VOA) que, de 2000 a 2020, los casos de malaria pasaron de 29 mil a 430 mil, o un incremento de mil 400%, y el país ya concentra la mitad de los contagios de América, toda vez que la pandemia de COVID complicó el cuadro.

 

“Venezuela tiene el mayor número de casos mortales del continente. Pasamos de tener 3% de los casos mortales de la región a 73%”, advierte el exministro de salud José Félix Oletta, quien también alerta que se han encontrado afectaciones graves en el hígado y en el cerebro de algunos pacientes.

 

Grave incidencia

“Hay personas que han sufrido paludismo hasta 14 veces”, destaca por otra parte el médico sanitarista y traumatólogo, Oswaldo Cabrera.

 

El ministerio de salud de Venezuela, con el apoyo de Médicos Sin Fronteras y la Organización Panamericana de la Salud, han puesto en marcha el Programa Nacional de Malaria dedicado a la fumigación del mosquito trasmisor y a la distribución de fármacos para los afectados. Sin embargo, los equipos que intentan llegar a las regiones con mayor contagio corren riesgos.

 

“Se ha documentado que en esas zonas el acceso es restringido, porque son controladas por irregulares y el acceso se hace difícil. No se puede hacer actividad, porque están esas personas”, detalla Cabrera.

 

La incidencia de malaria no solo se centra en las zonas mineras de Bolívar, al sur de la nación. Se ha extendido en al menos 18 estados de Venezuela. “Después que se activa un foco de malaria se requieren entre 3 y 5 años para que usted pueda lograr un control adecuado de ese foco”, recalca Oletta.

 

Problema de Estado

De acuerdo con el exministro Oletta, en la última década se duplicaron los casos de embarazadas y niños menores de 10 años con la enfermedad.

 

“Un problema de esta magnitud ha sido subestimado. Es un problema de Estado. La malaria interfiere con la vida de los países. Hay que tomar en cuenta que es uno de los factores de mayor mortalidad y morbilidad en cualquier población”, lamenta, al tiempo que avizora que la enfermedad podría alcanzar a países vecinos si no se frena a tiempo.

 

Venezuela es, después de la Guayana Francesa, el segundo país de América que menos invirtió en la lucha contra la malaria en 2020, según la OMS. Mientras México destina 15 dólares por cada persona en zonas de riesgo de ser blanco del parásito, Venezuela apenas dedica 20 centavos de dólar.

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