Pese a que sigue siendo uno de los ídolos españoles más grandes en la industria del cine, lo que más le gusta a Antonio Banderas -y lo que más hace- es el teatro. Es algo que descubrimos cuando hablamos con él hace algunos meses, a raíz de su participación en la excelente comedia dramática “Competencia Oficial”, que lo encontró al lado de Penélope Cruz, otra estrella indiscutible de la misma procedencia.
Si esa devoción por las tablas no era ya lo suficientemente clara, lo primero que hizo el actor al iniciar la entrevista por Zoom que nos ofreció recientemente desde la ciudad de Nueva York debido a su papel estelar en “Puss in Boots: The Last Wish” -disponible ya en salas de todo el país- fue hablar de su labor actual en los escenarios.
“Me voy de aquí esta misma noche, de regreso a España, porque estoy presentando en Madrid ‘Company’, el musical de Stephen Sondheim; y estamos teniendo mucho éxito”, nos dijo con su habitual entusiasmo. “Antes de eso, lo tuvimos en mi propio teatro, que está en Málaga”.
Sin embargo, como dijimos ya, el motivo de la presente conversación era la secuela de la cinta del 2011 que, a su vez, era un ‘spin-off’ de “Shrek”, una de las franquicias más populares de la animación comercial y cuna de la versión de El Gato con Botas a la que Banderas le ha dado voz a lo largo de cinco cintas, contando a la nueva.
Por ello, la charla, que puedes encontrar aquí tanto en modalidad de texto como en su versión en video, se centró en la propuesta ofrecida por una producción que, además de contar con fastuosas escenas de acción y de tener muchos momentos divertidos, plantea situaciones nunca antes vistas en la saga que representa, lo que le brinda un interés adicional que no ha pasado desapercibido para los críticos especializados.
Antonio, tú no paras. Ni siquiera por el susto de salud que tuviste en el 2017, cuando sufriste un infarto. Por ese lado, es interesante lo que pasa en esta película, donde el personaje se enfrenta a la posibilidad de la muerte tras agotar el número de vidas que se le han asignado. A diferencia de él, parece que tú crees que tienes vidas infinitas.
No; lo que pasa es que quiero vivir la mía como creo que debe ser vivida. Si eso me cuesta algunos años, bueno; pero lo que no quiero es morir estando vivo. Me moriré cuando me toque, pero mientras estoy vivo, quiero seguir haciendo las cosas que debo hacer. Y esta es una película muy interesante, porque plantea muchas preguntas; si tuviéramos nueve vidas, a lo mejor todos seriamos héroes, porque no nos daría miedo hacer un montón de cosas que nos da miedo hacer porque tenemos una.
Cuando Puss se da cuenta de que solo le queda una vida, se convierte en un ser humano, y tiene entonces los mismos miedos que tenemos nosotros, pero que son nuevos para él. Lo pillan de sorpresa, porque él pensaba que le quedaban más. De repente, se vuelve vulnerable, se vuelve paranoico y le dan ataques de pánico. Se pone en un estado que no habíamos visto nunca en el personaje.
Y todo esto se presenta después de casi tres años de pandemia, donde los niños estuvieron también confinados, donde se hacían preguntas y no sabían por qué no podían salir, ir a la escuela o jugar con sus amigos en la calle. El cine tiene que reflejar todo eso, incluso cuando se encuentra dirigido hacia los niños.
Estamos todavía ante una película divertida, donde te ríes con los personajes; hay momentos de acción muy entretenidos. Pero, al mismo tiempo, aporta una reflexión profunda y sincera sobre las cosas que son importantes en la vida. Al final, Puss no encuentra las nueve vidas que va buscando, pero encuentra algo mejor: una razón para vivir a plenitud la que tiene. Y esa es la historia de todos nosotros.
Pese a que su público principal es el infantil, la película tiene momentos siniestros y no trata de evitar ciertas realidades, pero ofrece a la vez mucho humor y acción. Ese no es un balance fácil de lograr, sobre todo en una producción tan ‘mainstream’ como esta.
No es fácil, porque avanza en ciertos terrenos que usan la metáfora, un recurso artístico empleado desde la poesía hasta la literatura, pasando por el cine. Ese bosque donde se adentra Puss es la vida misma: tiene lo bueno, lo malo, lo bello y lo feo. El [personaje de el] Lobo, que en un momento determinado representa a la muerte, no puede llevarse a Puss cuando este se da cuenta de que se ha vuelto vulnerable y se enfrenta de verdad a la vida. Ese personaje, que como tú dices es siniestro, deja de serlo, y se repliega.
Sin perder ese carácter de cine de aventura que requiere, la película presenta muchos detalles interesantes para reflexionar; pero lo hace con muchísima elegancia y de manera muy comestible, porque no agrede al niño, sino que lo hace pensar de una forma sincera y honesta. Eso es algo que no se da en muchas de las películas para niños.
El bosque al que te refieres tiene incluso elementos psicodélicos, y la película ofrece otros guiños a los adultos, como una parte en la que se alude a “Scarface”.
Yo hice la película durante los días libres del teatro, que eran los lunes. Me iba a un estudio en Málaga y trabajaba en eso. Tú vas desarrollando la historia, dando tu opinión y cambiando algunas líneas; pero cuando la vi, quedé impactado, porque me pareció diferente. Me di cuenta de lo lejos que había ido.
Hubo momentos que realmente me emocionaron, como la escena en la que [mi personaje] sufre una hiperventilación durante un ataque de pánico en el bosque, y el Perrito, un personaje que no quiere porque es optimista y él no está en ese mundo, se le acerca y pone la cabecita en su barriga para que se calme. Me pareció de una belleza increíble, y me puso casi lágrimas en los ojos.
Es muy importante que un niño sepa que no está solo, que la vida no se construye por separado, sino con los demás, con la amistad, con la lealtad, con el otro. Eso es algo que aprendimos durante la pandemia, pero que a veces parecemos olvidar demasiado pronto para meternos en los berenjenales en que estamos metidos ahora, con la guerra de Ucrania o las situaciones que se están produciendo en Perú. No podemos olvidar la necesidad de los seres humanos por ellos mismos.
Hablaste de Perrito, que es interpretado por Harvey Guillén, un actor mexicoamericano cuyo nombre real era Javier pero que se lo cambió para que lo pudieran pronunciar los ‘gringos’. Y eso da pie para hablar de la inmensa presencia latina en una película cuya parte creativa no es para nada latina, pero que te tiene a ti, a Guillén, a la mexicana Salma Hayek -de regreso como la icónica Kitty Softpaws- y al brasileño Wagner Moura como el Lobo, y que incluye canciones de la guatemalteca Gaby Moreno y la colombiana Karol G.
Y hay una cosa muy importante y muy seria que no debemos pasar por alto: Puss es un héroe que habla con un acento en una película que va a dirigida a una audiencia joven y global, mientras que los villanos hablan con un perfecto inglés. Eso es importante, aunque no lo parezca, para que se sepa que el héroe puede tener un acento, una piel de un color distinto o los ojos más alargados, y no pasa nada. Hay que educar a los niños en que es así, en que es posible.
Esa es una gran victoria para la comunidad hispana de los Estados Unidos, porque cuando yo llegué para hacer “Los Reyes del Mambo”, muchos de los hispanos que trabajan en la película me decían que, si me quedaba por aquí, iba a hacer solo de villanos, porque los afroamericanos y los hispanos son los que hacían esa clase de papeles en este país. Eso ha cambiado poco a poco, con el trabajo de muchas generaciones de hispanos que trabajaron de forma dura y honesta y mandaron a sus hijos a la universidad, de donde salieron ingenieros, médicos y arquitectos, pero también directores, actores y técnicos del mundo del cine.
Ya habías trabajado antes con Salma, incluso en película de acción real, y la química que existe entre su personaje y el tuyo es evidente, pese a que no estuvieron juntos grabando las voces, ¿verdad?
Yo no podía moverme de Málaga y ella estaba en Londres. Pero eso es algo habitual en esta clase de propuestas; hicimos lo mismo en [las cintas de] “Shrek”, porque, por decir algo, Eddie [Murphy] estaba rodando en Atlanta, Mike Myers estaba en Canadá y yo estaba en Colombia. Era muy difícil juntarnos. [Los encargados de la producción] tienen las conexiones perfectas para contratar a los estudios [de grabación] en los diferentes lugares, y vamos metiendo las líneas.
Hacemos dos o tres escenas, y nos vamos. Pero después ellos montan la animática y te la mandan, lo que te sirve de guía para decir tus líneas de un modo que haga mejor ‘match’ con las imágenes. O te das por ejemplo cuenta de que había un tipo tocando el piano en la escena, y haces la línea con más volumen. Es un proceso muy largo en el que, efectivamente, no trabajamos juntos, pero sí observamos el trabajo que están haciendo los demás cuando la película empieza a montarse y tienes la capacidad de reaccionar para hacer una nueva sesión.
Fuente: LA Times