Cuando la camioneta con cuatro personas a bordo cruzó la frontera desde Brownsville, Texas hacia Matamoros el viernes pasado, los halcones encargados de vigilar la zona fronteriza notificaron a sus jefes de la presencia de los cuatro norteamericanos.
Los pistoleros que no han sido identificados ni relacionados con alguno de los carteles que operan en la zona, abrieron fuego contra el auto y en el tiroteo, murió una mujer mexicana de 33 años que se encontraba a más de una cuadra de distancia y que fue impactada por una bala perdida. Inmediatamente después los ocupantes del vehículo fueron secuestrados.
La versión difundida por las autoridades mexicanas es que los halcones -de alguno de los siete carteles que se disputan la ciudad- confundieron a los norteamericanos con supuestos contrabandistas de origen haitiano, por lo que decidieron enfrentarlos para demarcar su territorio.
En Matamoros, una ciudad con poco más de 500.000 habitantes, que es el punto más al sur de la frontera entre México y Estados Unidos, hay una guerra a muerte entre los carteles de los Zetas, Jalisco Nueva Generación, El Golfo, La Familia Michoacana, Sinaloa, de Juárez y del Noreste.
Un video que ha circulado ampliamente en las redes sociales, muestra a varios sujetos fuertemente armados que a plena luz del día y frente a decenas de automovilistas meten a las víctimas en la caja de una camioneta tipo pick up. Las imágenes muestran a los conductores semi paralizados conscientes del potencial peligro de los acontecimientos que en cualquier momento podrían desencadenar una masacre entre personas inocentes, algo a lo que los mexicanos han estado expuestos desde que el Estado decidió iniciar una guerra contra el narcotráfico en la administración del presidente Felipe Calderón.
“Desde esa ciudad sale la droga que se distribuye en el centro y este de Estados Unidos”, dijo Jesús Lemus Barajas, especialista en temas de narcotráfico en México y colaborador ocasional de The Times y Los Angeles Times en español. “No por nada el Departamento de Estado de EE. UU había emitido un aviso de “Nivel 4: de no viajar” para los ciudadanos estadounidenses debido la delincuencia y los secuestros”.
En el operativo de rescate realizado por las autoridades mexicanas fueron encontrados con vida Latavia Washington McGee, madre de seis hijos, que salió ilesa y Eric Williams, con una herida de bala en la pierna izquierda. Fueron encontrados muertos Shaeed Woodard y Zindell Brown quienes fueron sacados de la camioneta blanca minivan Chrysler Pacifica con placas de Carolina del Norte, y mantenidos tres días en cautiverio, dijo el gobernador de Tamaulipas Américo Villarreal.
Las víctimas fueron halladas en una “casa de madera” en Matamoros y fueron llevadas de un lado a otro desde el día del secuestro “para crear confusión y evitar las labores de rescate”, señaló el gobernador Villarreal. Las autoridades mexicanas detuvieron a un sospechoso, identificado solo como José Guadalupe N., de 24 años, quien dijeron que estaba vigilando la casa.
Las autoridades han expresado que al parecer los carteles confundieron a las víctimas que habían viajado a esa ciudad para realizarse un procedimiento médico.
Cualquiera que sea la verdad, lo cierto es que la muerte de estos ciudadanos norteamericanos ha levantado una gran polvareda en los círculos políticos más elevados de los dos países.
La Casa Blanca a través de su vocera Karine Jean Pierre, expresó de inmediato su indignación y declaró que “este tipo de ataques son inaceptables”, pero suavizó diciendo que “el Departamento de Seguridad Interior y el de Estado están coordinándose con las autoridades mexicanas para llevar a los responsables ante la justicia”.
“La posición del presidente Biden es cada vez más difícil”, dice Armando Guzmán, corresponsal en Washington de numerosas publicaciones mexicanas. “El proceso electoral ya está a la vuelta de la esquina y la presión de los sectores más conservadores del Partido Republicano está creciendo, acusándolo de no hacer lo suficiente para contener la ola de muertes por fentanilo y otros opioides, que tan sólo entre febrero de 2021 y febrero de 2022, costó la vida a casi 109.000 personas, dijo Guzmán.
Para estos sectores conservadores hay una relación directa entre las políticas migratorias de la administración Biden -que consideran demasiado laxas-, con el incremento de la violencia relacionada con las drogas. Es tanta la preocupación de Biden, que precisamente durante la reunión con el presidente López Obrador el pasado mes de enero, los dos temas centrales de Estados Unidos fueron el fentanilo y la política migratoria.
La declaración del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, fue moderada, pero dejó abierta la necesidad de luchar contra los carteles de manera conjunta, algo que se ha visto obstaculizado durante la administración actual, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador limitara la presencia y las funciones de los agentes de la DEA en enero del 2021.
Por el lado mexicano las cosas no están mejor. En un país donde 93 de cada 100 homicidios quedan impunes, la celeridad con la que se localizó los cadáveres y se detuvo a uno de los supuestos secuestradores generó todo tipo de comentarios en las redes sociales y medios de comunicación . Ciro Gómez Leyva, quien sufrió un atentado recientemente, dijo en su popular programa de radio a nivel nacional: “Si las autoridades mexicanas pusieran en todos los casos el empeño que pusieron para dar con los cuatro estadounidenses en Matamoros, ¿cuántos muertos y desaparecidos menos tendríamos en el país?”
Con una necesidad cada vez mayor de ofrecer resultados en su lucha contra la inseguridad, y de la efectividad de su política de “Abrazos, no balazos”, el presidente Andrés Manuel López Obrador rechazó que lo ocurrido en Matamoros sea una muestra más de la inseguridad que se vive en el país y que ha cobrado la vida de 137,603 personas hasta diciembre del 2022.
En su tradicional conferencia, conocida como “la mañanera”, el presidente destacó la “exagerada” cobertura que han dado los medios al caso de Matamoros. “Todos los medios en Estados Unidos manejan de manera amarillista la información, no así cuando asesinan a mexicanos en Estados Unidos, callan como momias, claro que lamentamos lo que pasa en nuestro país y este hecho en especial y ofrecemos nuestras condolencias sinceras”.
Y recordó el caso de dos jornaleros oaxaqueños que estaban entre los siete trabajadores agrícolas migrantes asesinados a tiros, presuntamente por un colega, en enero en una granja de hongos en Half Moon Bay, a unas 30 millas al sur de San Francisco, “pero no salió nada” en la prensa estadounidense”, dijo López Obrador, aunque, de hecho, el caso dominó los titulares estadounidenses durante días.
Esa observación subrayó los comentarios del presidente de México de que a los funcionarios estadounidenses les importa más la muerte de sus propios ciudadanos que las víctimas mexicanas del narcotráfico que fluye al norte de la frontera.
Desencajado el presidente mexicano planteó algunas preguntas que implicaban que las autoridades estadounidenses deberían enfocarse más en la demanda estadounidense de drogas que en los mexicanos que la proveen: “¿No hay redes? ¿No hay cárteles? ¿Quién vende la droga? Eso es un asunto que tiene que resolver las autoridades estadunidenses. Hay cooperación, estamos trabajando de manera coordinada con respeto a la soberanía”.
Dijo que el presidente Biden le ha reiterado que habrá respeto a la soberanía de México. “Eso es algo que se agradece, pero nosotros no vamos a permitir intervencionismos”, dijo en un claro mensaje a las voces que desde el Partido Republicano piden que se cataloguen como organizaciones terroristas a los carteles mexicanos para permitir la intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos en ese país.
Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación dijo que el ataque a cuatro ciudadanos estadunidenses en Matamoros es un incidente lamentable, “pero no tiene por qué fracturar las relaciones de amistad, comerciales, económicas, con Estados Unidos”.
El funcionario, considerado como uno de los más leales aliados del presidente López Obrador, acusó a los opositores al gobierno del presidente de criticar la violencia que genera el crimen organizado, con un discurso y una postura demasiado escandalosa. “El gobierno federal, está dando una batalla contra la inseguridad. Se están recuperando territorios que antes estaban en manos de la delincuencia organizada. Hay una reducción en los índices delincuenciales, el secuestro tiene una reducción de más o menos el 68 por ciento”, dijo López Hernández.
Pero desde Estados Unidos la percepción es otra.
En declaraciones a Jesse Watters, de Fox News, el 6 de marzo, el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham instó a Estados Unidos a “ser duro’’ con México tras el secuestro de los cuatro ciudadanos estadounidenses.
Cuando Watters le preguntó cómo abordaría el secuestro de ciudadanos estadounidenses, Graham respaldó la reciente sugerencia del ex fiscal general Bill Barr de designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas.
“Yo seguiría el consejo de Bill Barr y me pondría duro con México”, respondió. “No se trata sólo de los rehenes… haría todo lo posible para recuperarlos. Haría lo que hizo Trump. Le daría a México una advertencia”, dijo Graham.
“Si sigues dando refugio seguro a los narcotraficantes de fentanilo, entonces eres un enemigo de Estados Unidos”.
Graham acusó a la administración Biden de no hacer nada ante la epidemia de muertes por fentanilo procedente de México.
“Voy a presentar una legislación para convertir a ciertos cárteles de la droga mexicanos en organizaciones terroristas extranjeras bajo la ley estadounidense y preparar el escenario para usar la fuerza militar si es necesario para proteger a Estados Unidos de ser envenenado por cosas que salen de México”, dijo Graham.
Por su parte el exprocurador Barr calificó esta semana en una columna de opinión en The Wall Street Journal al presidente López Obrador como “el facilitador en jefe de los cárteles”.
El representante republicano Dan Crenshaw, quien presentó en enero pasado una iniciativa para que las fuerzas armadas de Estados Unidos puedan actuar en contra de las organizaciones delictivas mexicanas, dijo: “Dos de los 4 estadunidenses secuestrados por los cárteles de México fueron asesinados y aún no hemos declarado a los cárteles un objetivo militar. Es tiempo de autorizar la fuerza militar en contra de ellos”, dijo en su cuenta de Twitter e hizo un llamado a Andrés Manuel López Obrador para que apoye la iniciativa de catalogar los carteles como organizaciones terroristas.
“¿Estás escuchando, López Obrador? Nos encantaría que seas socio. Ayúdanos a ayudarte”, dijo Crenshaw.
Esta no es la primera vez que el tema de catalogar como grupos terroristas a los carteles de las drogas aparece. Desde junio del 2008, cuando una célula del cartel de Los Zetas detonó un coche bomba en Nuevo Laredo, esa posibilidad ha estado presente.
El caso más reciente fue en enero de este año, cuando tras la fuga de un grupo de internos de la cárcel de Ciudad Juárez, Chihuahua, hubo legisladores estadounidenses que pidieron una vez más declarar a los narcotraficantes como terroristas.
“Con los tiempos electorales ya encima en Estados Unidos, es muy probable que el tema México, vuelva una y otra vez a los titulares de los medios de comunicación, luego de que los políticos de Estados Unidos lo utilicen como tema recurrente para ganar votos”, dijo Guzmán. “El expresidente Trump demostró que el tema es muy redituable políticamente”.
Fuente: LA Times