El día se hizo corto en la Cárcel de Tocuyito; el tiempo fue insuficiente para que el joven preso político Antonio José Garbi González terminara el relato de un sinfín de vivencias, signadas por contrariedades, que se extienden al día de hoy cual carrusel de infortunios, detallado sin vacilaciones:
Entonces decido hablar, sin saber por dónde comenzar, si por el móvil de mis protestas, por la decepción, la desesperación, la tristeza, la impotencia o la mismísima indignación, todas generadas por lo que viene sucediendo en los últimos 19 años.
Claro, cuando todo empezó no entendía muy bien que sucedía, si bien era un niño de 8 años, tenía ya heredado de mi padre la perspicacia y la capacidad de razonar y darme cuenta de muchas cosas manejando poca información. A los 16 años recién cumplidos me lo quitan, lo secuestra un grupo irregular llamado “Águilas Negras”, paramilitares, rebeldes sin causa real desde mi parecer. Dichos grupos han perdido su verdadero objetivo y se han quedado varados en nuevos y más lucrativos intereses.
El 27 de marzo de 2007 es cuando empieza la tortura que aún vivo, hoy de diferente manera, nos enteramos de que mi padre estaba secuestrado, a los días empieza mi indignación, pues al contactar al GAES, el famoso “Grupo Anti Extorsión y Secuestro”, técnicamente sacaron un tabulador de precios dependiendo de la denuncia y del resultado que se buscara, a pesar de que fueron sutiles en su persuasión por extorsionar a la familia en pro de buscar a mi padre secuestrado, fueron haciendo el trabajo que por obligación les correspondía, pero a sueldo nuestro, alquiler de camionetas blindadas, compra de armamento y municiones, chalecos, hoteles, comida, sobornos a soplones por información.
Nunca dieron con mi padre, se terminó pagando el rescate y acto seguido, se lo tragó la tierra, consiguieron el bunker en donde lo tenían cautivo en el estado Táchira, totalmente vacío, solo estaba su celular. Por arte de magia se esfumó el dinero del rescate, quedando la familia quebrada. El GAES cesa sus labores y engavetan el expediente, pero que si hay unos “rialitos” se ponen a trabajar inmediatamente, y es así como mi padre pasó a ser otro más del lote de los olvidados por el gobierno, por no tener como pagarles.
Recuerdo que hablé a través de las cámaras de RCTV y le dije a mi papá que si me estaba viendo o escuchando que lo quería y que lo amaba, que no lo habíamos olvidado y que estábamos haciendo todo lo que estaba a nuestro alcance para buscarlo, realmente no sé si eso salió al aire, yo solo quería tener a mi viejo conmigo y seguir nuestros planes de vida y sueños, como lo extraño, a pesar de que ya han pasado 12 años, me parece que fue ayer que lo vi.
Una de mis hermanas hizo un esfuerzo por los medios de comunicación; fue entrevistada en el programa de televisión Aló Ciudadano, aun se podían decir las cosas sin que te metieran preso, luego empezaron las persecuciones. La familia agropecuaria del estado Apure, de donde somos, brindó su apoyo a la causa, así como el gremio ganadero allegado a la familia, estuvieron presentes en los momentos más críticos, ahí se midieron las verdaderas amistades, una de ellas se mantiene totalmente vigente para conmigo, los considero mis otros hermanos y segundos padres.
Las situaciones se fueron tornando mucho más fuertes con el pasar de los días, tanto mi madre como yo quedamos solos, soy el menor de cuatro hermanos, ya todos casados y con sus vidas hechas, para el 2007 quedaba yo por terminar de formarme académicamente, y en la edad en que más se necesita a un padre para aconsejar y reprender, es cuando me lo quitan, a mi querida madre le tocó un poco duro, puesto que de un día para otro tuvo que ejercer el papel que jamás imaginó.
Estando mi madre y yo en bancarrota, las propiedades que generaban los ingresos familiares hasta el 2007 fueron saqueadas y ¿cuál es la gran sorpresa? Las tierras (el hato) fueron tomadas por las FARC. Encima que no buscan a mi padre y desangraron a la familia para cumplir con sus obligaciones ¿también permiten que nos quiten las tierras? Cuando intenté pedir un préstamo, lo primero que me dijeron fue: necesitamos que tenga algo para hipotecar.
No había propiedad para hipotecar, nos la quitó la FARC bajo la mirada complaciente del Estado. En una ocasión, saliendo de una entidad bancaria del gobierno y ante la negativa de la Gerente, me senté en las escaleras de un centro comercial buscando alguna solución, algo siempre sale, años más tarde es que sucede eso, en el 2014 luego de las protestas, donde me achacan unos hechos que repudio.
En el 2014 empieza mi ascenso económico y laboral, todo excelente hasta el 3 de junio de 2015, cuando el CICPC me secuestra en el apartamento de mi madre y me lleva a la Sub-delegación Las Acacias en Valencia, estado Carabobo. Esa dependencia deberían llamarla centro para secuestrados, detenidos inocentes y gente sembrada porque le cae mal a alguien, o porque pagaron para que así fuese.
Repudio los hechos violentos del 2014 y los ocurridos en todas las protestas, donde se vio a la Guardia Nacional faltar a su deber de defender al pueblo, su oficio no es asesinarlo, está para restaurar el orden, no para descontrolarlo, está para salvaguardar a la ciudadanía, no amedrentarla; esa Guardia Nacional nace de la Policía de Fronteras. ¡Sorpresa! Mi abuelo paterno fue el primer comandante de la Policía de Fronteras, se le considera un co-fundador de la Guardia Nacional, entonces que me quieran acusar a mí de la muerte de un capitán, es algo ridículo, absurdo, sin sentido, va en contra de mis principios, de mi moral, de mi crianza, además, no lo digo yo, está en el expediente montado de la causa.
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