Con sus variables y particularidades, la opinión pública nacional e internacional se pronuncian en favor de un entendimiento entre el Gobierno y la oposición para enfrentar la situación que hoy vive Venezuela, agobiada por una crisis económica, política y social que a estas alturas resulta imposible esconder, según opiniones expresadas a través de distintos medios por actores de alguna manera involucrados en la búsqueda de soluciones a esta problemática.
Importa al papa Francisco, como a los gobiernos de Estados Unidos, China y Rusia, entre los más representativos del poder mundial, al igual que a los que se han unido en la línea de pensamiento en respaldo al sector opositor, como el denominado Grupo de Lima, así como a aquellos que se hermanan con el sector gubernamental y, más allá, a organismos internacionales como la Unión Europea y el Mercosur, entre otros, para apoyar el proceso iniciado en República Dominicana, a instancias del presidente de esa nación, Danilo Medina, con la finalidad de promover y facilitar en su país el entendimiento entre los dos sectores en pugna en Venezuela.
Apoyos y controversias
Pese a que es determinante la mayoría que tanto en lo interno como en lo externo se pronuncian por un entendimiento entre el Gobierno y la oposición, existen elementos relacionados con el proceso que aún suenan controversiales, y donde destaca en primer lugar la definición del propio proceso; pues siguiendo la orientación del extinto presidente Chávez, el presidente Maduro insiste que “el chavismo no negocia, dialoga”, mientras que en lado de la oposición, en sus referencias sobre el proceso la palabra negociación es predominante.
Igualmente, se evidencian en lo interno diversas posiciones en relación con la actitud individual sobre la convocatoria en sí, independiente de cómo se le nombre, que marcan la diferencia entre los distintos actores. La actitud conciliadora de algunos, contrasta notablemente contra la de otros que la asumen de manera radical o extrema, y de quienes lo hacen de manera ambigua.
En la oposición son claras las diferencias entre los discursos empleados por los diferentes líderes políticos sobre el tema. Quienes propician el entendimiento con el gobierno, como Julio Borges, Luis Florido y Enrique Márquez, representantes entre otros de la MUD, suelen mantener un lenguaje normalmente moderado pese a la firmeza de sus pronunciamientos, en notable contraste con el que suelen emplear dirigentes como María Corina Machado y Antonio Ledezma que expresan su rechazo contra el proceso y, sin embargo, plantean exigencias a los negociadores.
En una de sus más recientes declaraciones públicas María Corina ha sostenido que “la ruta de este nuevo diálogo fraudulento se traduce en que el régimen se queda”; igualmente ha expresado que no se debe llamar diálogo a los encuentros en República Dominicana, debido a que “la desventaja no da para una negociación y es parte de una maniobra del Gobierno que busca solo legitimarse y oxigenarse en tiempo”. Mientras que para Antonio Ledezma, “La reunión en Santo Domingo no va a ayudar a Venezuela”, y que “se deben establecer los términos para la salida de Maduro”. No obstante, ha pedido a los negociadores que definan en esas reuniones los “mecanismos para la salida de Maduro, el establecimiento de un gobierno de transición y la organización de elecciones libres y transparentes”.
Por la otra parte, en el sector gubernamental se observan posiciones un tanto conciliadoras, como la de Elías Jaua; extremas como la de Diosdado Cabello, y ambiguas como la del presidente Nicolás Maduro, quien por un lado dice tender la manos a los actores de la oposición que participan en el diálogo y por otro arremete contra ellos con acusaciones por lo menos desproporcionadas, según las críticas de observadores en el país.
En el plano internacional la mayoría de las expresiones de países aliados y no aliados han apuntado generalmente hacia la búsqueda de entendimiento pacífico a través del diálogo y de la negociación. En este nivel destaca la posición de los países que han designado acompañantes, así como la actuación del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, de mantenerse en el proceso pese a las incidencias que han determinado sus dilaciones. Muy reveladora de tal disposición, resultarían las reciente declaraciones de Rodríguez Zapatero, quien ante el frustrado intento de reunión del pasado jueves 18 expresó: “Tenemos un deber un compromiso, ese deber es entender que la convivencia solo se puede lograr en Venezuela articulada desde el acuerdo (…) No vamos a arrojar la toalla, la toalla es nuestra los que creemos en la paz. Pido que en esa convicción nos acompañe todos los que desde la buena fe, desean lo mejor para el futuro de Venezuela”
Incluso en pronunciamientos como el de la Comunidad Europea, a través de su Parlamento, entre otros organismos representativos de naciones, así como del presidente de Estados Unidos Donald Trump a pesar de las medidas adoptadas por su gobierno en contra de un grupo de venezolanos, han asegurado que las medidas de presión al Gobierno y a sus funcionarios tienen entre sus objetivos estimular al diálogo. Debe recordarse también en este sentido, que la gestión de Rodríguez Zapatero es respaldada por la UE. En el ámbito internacional también es conocida la posición del secretario general de la OEA Luis Almagro, favorable al esquema planteado por quienes como Ledezma y Machado se oponen al diálogo con el Gobierno de Maduro por desconfiar de sus probables resultados, pese a que la mayoría de los países de toda América se manifiestan a favor del entendimiento entre las dos facciones políticas enfrentadas en el país.
Referencia especial en relación con la actitud ante el proceso en cuestión ha sido la de la Iglesia católica al nivel de sus más altos representantes, donde destacan, por parte del papa Francisco, expresiones como las más recientes citadas por el periodista vinculado a la fuente de la Santa Sede, Javier Romero, en una entrevista ofrecida a Globovisión, según las cuales el Papa se mantiene a la expectativa sobre este particular, pero que se tiene la percepción en la alta jerarquía eclesiástica que los protagonistas del proceso de negociación “no quieren que se realice”.
Un propósito y dos agendas
De acuerdo con declaraciones de los voceros de cada uno de los sectores en pugna existe un propósito común: alcanzar un acuerdo de convivencia pacífica y marchar hacia la prosperidad hoy detenida del país. Sin embargo, son diferentes y generalmente confusos los caminos señalados por cada uno para alcanzar los objetivos. Por eso las expectativas se mantienen por un próximo encuentro.
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